jueves, 3 de diciembre de 2015

AMISTAD EN UNA CUADRA

Hoy cuando iba saliendo de mi casa los vi caminando por el pasaje. Era raro, porque a pesar de no ir tan cerca, o abrazados, se notaba que eran amigos. Había en ellos una complicidad única, era una amistad real.

Uno de ellos se paró unos metros atrás y miró al otro casi como vigilando el lugar. Había en su mirada una evidente intención de llevar a cabo alguna travesura. El más rubio caminaba con confianza, se notaba que conocía el lugar, mientras su moreno amigo lo esperaba más atrás en silencio y con ojos temerosos. 

No me atrevo a decir la razón de su decisión, tal vez se dio cuenta que los vi mientras me subía al auto y por eso se arrepintió de hacer lo que fuera que iba a hacer. Volvió junto a su paciente amigo y se dispusieron a continuar su camino buscando otro lugar donde cometer sus fechorías. 

Ahí, en la entrada del pasaje, el moreno se detuvo y clavó su mirada en mí. Yo avancé en mi auto y le toqué la bocina. Él levantó sus orejas y movió su cola asustado como siempre, para luego continuar su camino en busca de alguna bolsa de basura que urguetear junto a su amigo, a su gran amigo.