viernes, 19 de agosto de 2016

LIBERTAD y CONDENA

Dos años llevaban ahí privados de libertad. Un año entero planeando su fuga.


Llegó el día.


Uno se intimidó. Lo pensó mejor. Su condena era de 10 años y por méritos podría reducirla a 8. Está decidido: no escaparía.
El otro lo pensó también, pero anhelaba la libertad. Está decidido: esa noche escaparía.



Llegó la noche.
Uno escapó y uno se quedó.


Uno de ellos vivió para siempre rodeado de gente que no confiaba en él; sin la posibilidad de trabajar para mantener a su familia; sin amigos de verdad; en un mundo donde no podía ser libre aunque quisiera; en un mundo donde no podía comer su comida favorita; donde no podía viajar por el mundo más que en su mente; vivió para siempre en un mundo donde sus crímenes de hace años eran sus cadenas más duras; sin dormir una noche en paz; sin el amor de una mujer.
Vivió para siempre sin la posibilidad real de ejercer su libertad.



El otro... también.

lunes, 25 de julio de 2016

EL ABRAZO QUE NO LLEGA (aún)

Ya están acostados. Miran el techo.
Ella hace un movimiento. Va a girar. "Esta noche sí" piensa él. Él sólo quiere un abrazo, pero nuevamente ella le da la espalda.
Él extraña esos abrazos de "buenas noches"; esos besos de "te amo". No le gusta este amor maduro e invernal. Quiere que vuelva ese amor joven, tonto y de primavera.
Por ahora ama poner la mano en su cintura, la muñeca en su ombligo, el brazo en su pecho y la cabeza en su hombro.
Por ahora le basta ese abrazo que ella le da una o dos veces al mes y que, por una noche al menos, lo hacen pensar que ya llega la primavera, que "mañana me abrazará de nuevo".

Él la ama, como nunca ha amado.
Él está triste, como nadie lo pensó.
Él está cansado, tal como ella lo predijo. 

Pero el cansancio jamás ha vencido al amor.
Ni la intolerancia, ni el orgullo, ni el silencio.
Nunca nada venció al amor. Y esta no será la primera vez.